Cartel de Joan Miró
La España republicana tuvo como presidente a Manuel Azaña. Los jefes de gobierno fueron Casares Quiroga que dimitió al iniciarse la contienda. Giral (julio-septiembre de 1936) que no fue capaz de restablecer la autoridad del Estado sobre los comités obreros, ni de coordinar ni dirigir las acciones militares. Largo Caballero (septiembre 1936-marzo 1937) que coordinaba un gobierno de coalición con socialistas, comunistas y anarquistas y que intentó organizar un ejército partiendo de las Milicias Populares, y
restablecer la autoridad del estado en todos los órdenes. Negrín (mayo de 1937–fin de la guerra) que dirige su política contando con la colaboración del Partido Comunista que había aumentado su influencia en todos los ámbitos y tenía frecuentes enfrentamientos con los anarquistas (CNT) y con los trostkistas (POUM, y de su dirigente Andreu Nin “desaparecido” a manos de los soviéticos). Los comunistas, arropados por
la Internacional Comunista, eran partidarios de acabar triunfando en la guerra y luego hacer la revolución.
Negrín restableció el poder del estado y pospuso las medidas revolucionarias iniciadas por los libertarios. Hizo pública una declaración de 13 puntos básicos que aseguraban la independencia de España y establecían una República democrática. Con ello pretendía una salida negociada del conflicto, que no fue posible. Lanzó, además, diversas ofensivas en el terreno militar y realizó un esfuerzo diplomático en Europa, de su lucha contra el fascismo. Los acuerdos de Munich de 1938 mostraron al gobierno republicano el abandono de las democracias occidentales.
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