Icono de la II República Española
La proclamación de la República el 14 de abril de 1931 pone en marcha un régimen político que pretende implantar un sistema democrático, laico y avanzado en lo social. La República se situará en un contexto internacional de crisis económica mundial - crisis de 1929- y de polarización política europea con la consolidación del fascismo en Italia y del nacional socialismo en Alemania, y el avance de los partidos y sindicatos de izquierdas, enardecidos tras el triunfo soviético.
En el interior, el nuevo régimen se enfrentará a los poderes económicos tradicionales: oligarquía terrateniente e industrial, a la Iglesia, irritada por su pérdida de poder e influencia, y a amplios sectores del ejército. Por otro lado, las clases populares exigirán cambios rápidos, y los partidos obreros y sindicatos movilizarán a las masas, provocando frecuentes desórdenes y creando un clima de descontento y desorden que será criticado por las derechas.
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