sábado, 28 de abril de 2012

EL ASESINATO DE CARRERO BLANCO

El 20 de diciembre de 1973 el almirante y presidente del gobierno Luis Carrero Blanco salió de la iglesia de San Francisco de Borja de Madrid tras su diaria misa matinal y se subió al Dodge Dart negro que debía llevarle de vuelta a su domicilio en la calle Hermanos Bécquer,5.  El trayecto que recorrió era calcado al que hacía siempre...En el mismo  lindero con la parte de atrás de la iglesia de los jesuitas donde había oído misa, una bomba de gran potencia estalló al paso del vehículo, elevándolo varios metros hasta superar la fachada del edificio y caer en el patio interior, acabando con la vida prácticamente en el acto. El atentado, conocido como "Operación Ogro" fue cometido por la banda terrorista ETA, demostrando su capacidad operativa real fuera del territorio vasco. Las autoridades franquistas lo consideraban improbable, a pesar de algunos indicios,  y apenas habían tomado medidas de seguridad: la dotación de guardaespaldas era de 50 para todo el Gobierno y no había protocolos determinados.
El atentado fue un duro golpe para Franco, que confiaba en Carrero Blanco para que fuera el hombre que continuara con el Régimen franquista tras su muerte.

domingo, 15 de abril de 2012

LA BOMBA DE PALOMARES

Fraga y el embajador americano se bañan en la playa de Palomares.

En la mañana del 17 de enero de 1966, un superbombardero norteamericano B-52 que venía de patrullar por “el telón de acero”, chocó con un avión–nodriza de sus Fuerzas Aéreas que, procedente de la base española de Morón, iba a repostarle combustible. El accidente se produjo a la altura de la localidad almeriense de Palomares. Con los restos de las dos aeronaves cayeron cuatro bombas de hidrógeno (bombas H) que portaba el bombardero. Siete tripulantes perdieron la vida y otros tres fueron recogidos por un pesquero que faenaba en las proximidades.
La emisión de radiactividad del armamento nuclear era un problema acuciante, cuyas graves consecuencias eran desconocidas por la mayoría de los habitantes de la zona. Las autoridades españolas informaron del accidente, pero sin referirse a la existencia del armamento nuclear. Fueron los norteamericanos quienes se hicieron rápidamente cargo del asunto, poniendo en marcha la operación Flecha Rota para recuperar los ingenios. Veinticuatro horas después del accidente se habían hallado en tierra tres de las bombas caídas, que se habían abierto y estaban liberando sustancias radiactivas. Pero faltaba la cuarta, que había caído al mar.
Para entonces, el secreto había dejado de serlo. En medio de una expectación creciente, que llevó a Palomares a numerosos periodistas españoles y extranjeros, veinte buques norteamericanos con equipos de buceadores, un batiscafo y dos minisubmarinos rastrearon durante semanas las aguas de la zona. Localizada a mediados de marzo, gracias a los datos aportados por un testigo, el pescador Francisco Simó - conocido en adelante como Paco el de la bomba- el mal tiempo retrasó las tareas de rescate hasta el 7 de abril ,casi tres meses después del accidente.
El caso de la “bomba de Palomares” que pudo haber sido el origen de una catástrofe nuclear de imprevisibles consecuencias, tuvo en vilo a la opinión internacional. Lógicamente causó una gran preocupación en España, aunque el control gubernamental sobre los medios de comunicación logró minimizar el incidente y evitar críticas al funcionamiento de la alianza militar con Washington, que implicaba el tránsito y almacenamiento de armamento nuclear en territorio español sin que el Gobierno lo pudiera controlar.
El temor a la contaminación radiactiva llevó a las autoridades a mantener una intensa, aunque discreta vigilancia sobre la salud de la población del área de Palomares, sometida a controles epidemiológicos durante años. Se prohibió la recolección agrícola y la pesca en la zona contaminada a cambio de pequeñas compensaciones económicas. Hubo que extraer toneladas de tierra y vegetación, que fueron metidas en barriles y enviadas a Estados Unidos. Pero, en todo momento, el Ministerio de Información y Turismo procuró dar la sensación de que el incidente no revestía peligro alguno. Las imágenes del ministro Fraga y del embajador norteamericano, Angier Biddle Duke, bañándose alegremente en las aguas de la playa de Palomares dieron la vuelta al mundo.
El episodio venía a culminar una serie de actitudes norteamericanas que el Gobierno español acabó considerando de una prepotencia insoportable. La delicada situación internacional del Régimen, que había potenciado su subordinación a Washington en los acuerdos de 1953, había sido superada hacía ya tiempo. Madrid exigía un trato más igualitario y mayores compensaciones por la utilización de las bases militares. Desde mediados de los años sesenta, Rota era una base de submarinos atómicos, con el riesgo que ello conllevaba para España en caso de conflicto nuclear. Molestaba en los medios del Régimen que el rechazo que el Senado estadounidense a la dictadura de Franco impidiera elevar el acuerdo de préstamo y arriendo a la categoría de alianza militar. Tampoco apreciaba la diplomacia española colaboración norteamericana en sus intentos de integrase en la OTAN - aunque el veto era sobre todo europeo - en las negociaciones con el Mercado Común o en el contencioso de Gibraltar.

Julio GIL PECHARROMÁN, Julio “Turismo, información y censura” ( La España de Franco” nº8).

viernes, 13 de abril de 2012

TRATADOS INTERNACIONALES

Franco con Eisenwoher en diciembre de 1959

El inicio de la guerra fría entre EEUU y la URSS marcó un giro en la situación de aislamiento internacional de España. Franco comenzó a ser considerado como un aliado en la lucha contra el comunismo. En 1953 se firmaron los acuerdos bilaterales con los Estados Unidos que permitían la instalación de bases militares norteamericanas en la península (Torrejón de Ardoz, Zaragoza, Morón y Rota) a cambio de ayuda económica. La visita del presidente Eisenhower en 1959 supuso la ratificación de la alianza y su consagración a nivel internacional. Así mismo se permitió la entrada de España en la ONU, UNESCO y Fondo Monetario Internacional.
También en 1953 se firmó el Concordato con la Santa Sede que legitimó moralmente al régimen ante la comunidad internacional.
La petición de ingreso en la Comunidad Económica Europea fue rechazada hasta que no hubiera un régimen democrático en el país.

lunes, 9 de abril de 2012

CARTILLAS DE RACIONAMIENTO





Una oficina central, la Comisaría de Abastecimientos y Transportes (1939) administra los víveres racionados y vela por su correcta distribución geográfica, mientras que la Fiscalía de Tasas (1940) evita que se produzcan acaparamientos o irregularidades.
Se establecen tres clases de cartillas de racionamiento, adecuadas a los ingresos del titular: categoría primera, para personas acomodadas que disfrutan de un elevado nivel de rentas; segunda, para las clases medias y tercera para personas económicamente débiles.
Clasificadas las solicitudes la Comisaría de Abastecimientos expresa su perplejidad: “Al término de las operaciones estadísticas referidas a las cartillas de racionamiento, se da el sorprendente resultado de que solamente aparecen inscritas en primera y segunda categoría un número muy reducido de cartillas”.
(…) El siguiente trámite (una vez conseguida la cartilla) es sellar la cartilla en los cuatro comercios habilitados para la venta de ultramarinos, pan, jabón y aceite, pero antes hay que pasarse por el estanco y adjuntarle una póliza con el retrato de José Antonio, sin la cual la cartilla no es válida.
Las sirvientas disponen de su propia cartilla, previa presentación de cédula personal (antecedente del DNI) o de documentos firmados por el cabeza de familia de la casa donde sirven.
Las cartillas de racionamiento, primero familiares, luego individuales (para evitar la picaresca que incluía en el lote a familiares difuntos) perdurarán hasta 1952.
En 1940, la ración semanal de una persona es de 500 gramos de azúcar, un cuarto de litro de aceite, 400 gramos de garbanzos y un huevo. Cada semana la prensa y la radio publican la composición del lote que se va a repartir. Algunas veces se añade a la ración 100 gramos de carne, otras dos huevos.
El racionamiento no soluciona los problemas. La obsesión de la autoridad por intervenirlo y controlarlo todo resulta contraproducente. En alguna regiones se padece hambruna.


Juan ESLAVA GALÁN “ Los años del miedo”

jueves, 5 de abril de 2012

NACIONALCATOLICISMO


La Iglesia era el alma del Nuevo estado, resucitada después de la muerte a la que le había sometido el anticlericalismo. La Iglesia y la religión católica lo inundaron todo: la enseñanza, las costumbres, la Administración y los centros de poder. Como ha observado Guiliana di Febo se impusieron de nuevo “modelos devocionales barrocos basados en la fascinación de los fieles a través de lo externo, de la emotividad y de lo grandioso, unido a esta militarización de lo religioso que en algunos cultos tiene remotos orígenes”. Los ritos y las manifestaciones litúrgicas, las procesiones y las misas de campaña llenaron las calles de pueblos y ciudades, conviviendo con el saludo romano, llamado ”nacional” en vez de fascista, el canto del Cara al Sol y el culto al Jefe, cuyo rostro se recordaba en las monedas con la leyenda “Caudillo de España por la Gracia de Dios”.
Dentro de la recatolización imperante del momento, los obispos atacaban el “desenfreno deshonesto” y recomendaban a las mujeres una “explosión de lo español en el vestir”. El “feminismo cristiano” de Isabel la Católica y Santa Teresa debía desplazar para siempre al “feminismo laico” de la coeducación, del divorcio y de la participación de la mujer en la política. Las mujeres fueron relegadas a las “labores de su sexo”, privadas de cualquier autonomía jurídica, económica y cultural y condenadas a la obediencia y al sacrificio. La preocupación que la censura religiosa y los dirigentes de Acción Católica mostraron por la moralidad pública, la decencia y la castidad fue obsesiva y contrastaba con el trato que se daba a las rojas y vencidas, con el rapado y el aceite de ricino. (…)
La Iglesia estaba feliz con esa “apoteosis católica” con esa “inflación religiosa” que obligaba a los vencidos, ateos e infieles a pasar por el aro de los sacramentos, de las celebraciones llenas de pompa y boato. La religión y la victoria caminaron durante mucho tiempo de la mano, con el Ejército, con las élites sociales, los católicos, los “camisas viejas” y los advenedizos disfrutando del botín.

Julián CASANOVA y Carlos GIL ANDRÉS, Carlos “Historia de España en el siglo XX”

ENTREVISTA FRANCO-HITLER.

Hitler con Franco en Hendaya el 23 de octubre de 1940.





El problema era la desastrosa situación económica y militar de España, apenas un año después de finalizada la guerra civil y las ambiciosas peticiones que Franco reclamaba como premio. El ejército no estaba “en modo alguno” preparado para entrar en la Guerra Mundial, según informaba el general Kindelán en marzo de 1940 y como recordaba poco después el almirante Canaris, jefe del servicio secreto militar alemán. España tenía “una situación interna muy mala”, con escasez de alimentos y materias primas, y sería más una carga que una ayuda: “Tendríamos un aliado que nos costaría muy caro”. Y a cambio, además, Franco pidió a Hitler Gibraltar, el Marruecos francés, el Oranesado (región noroccidental de Argelia) y el suministro de alimentos, petróleo y armas.
Las peticiones le llegaron a Hitler a través de una carta que el general Juan Vigón le entregó en mano en junio y una visita de Serrano Suñer, ministro de Gobernación en septiembre. Los alemanes, como dejó bien claro su ministro de Asuntos Exteriores, Von Ribbentrop, no valoraban positivamente la beligerancia española, porque la consideraban una carga económica y militar, y plantearon además la exigencia de establecer bases militares en las islas Canarias. Así las cosas, las dos delegaciones diplomáticas acordaron tratar los puntos fundamentales de la negociación en un encuentro entre el Führer y el Caudillo. El histórico encuentro se celebró en Hendaya el miércoles 23 de octubre de 1940. Para preparar las medidas de seguridad de esa reunión, Himmler visitó Madrid tres días antes. Allí fue recibido con todos los honores y parafernalia fascista por Serrano Suñer, a quien Franco acababa de nombrar ministro de Asuntos Exteriores en sustitución de Beigbeder. Mussolini le dijo a Hitler que ese cambio en la diplomacia franquista garantizaba “que las tendencias hostiles al Eje están eliminadas o al menos neutralizadas” pero insistía en su “convicción de que la no beligerancia española es más ventajosa para nosotros que su intervención”.
La entrevista se celebró en el Erika, el tren especial del Fuhrer, y estuvieron presentes Von Ribbentrop y Serrano Suñer, junto con los dos intérpretes. Como ha señalado Paul Preston, “pese al mito de la bravura de Franco frente a las amenazas de Hitler”, éste no fue a Hendaya a “exigir la entrada inmediata de España en la guerra”. Hitler no aceptó las exigencias de Franco y España no entró en la guerra, porque no podía, dada su desastrosa situación económica y militar, y porque su intervención tenía costes demasiados altos para Hitler y Mussolini, con quien Franco se entrevistó en Bordighera en febrero de 1941, pudieran aceptarla. Hitler y Mussolini siempre consideraron a Franco como el dictador de un país débil que apenas contaba en las relaciones internacionales. Otra cosa es lo que dijo la propaganda franquista, hasta convertirlo en un mito que todavía se repite hoy: que Franco, con habilidad y prudencia, burló y resistió las amenazas del líder nazi, consiguiendo que España no participara en la Segunda Guerra Mundial. Una aventura por otro lado que dado como transcurrió la historia, hubiera resultado fatal para el franquismo.

Julián CASANOVA y Carlos GIL ANDRÉS “Historia de España en el siglo XX”.

domingo, 1 de abril de 2012

DISCURSOS RADIOFÓNICOS DE QUEIPO DE LLANO

A las 10 de la noche emitía sus tremendas charlas por Radio Sevilla
En su discurso del 30 de agosto (1936), Queipo de Llano anunció que la búsqueda de los asesinos republicanos se prolongaría por espacio de diez o veinte años, a la vez que aseguraba que en la zona rebelde no se habían cometido atrocidades. Sin ninguna voluntad de ironía, reiteró la versión típica de los rebeldes, según la cual cualquier matanza cometida de conformidad con el bando de guerra era completamente legal:
Nosotros podremos fusilar a alguno que cometiera esos crímenes; pero no puede nadie en absoluto probar que se ha cometido, en ningún pueblo, en ninguna parte la villanía de asesinar a una sola persona. Pero cuando han cometido esos crímenes en los pueblos, que hemos ido a conquistar, y después se han reintegrado a sus casas para hacernos creer que eran buenos chicos, al comprobar nosotros que eran los autores materiales de los hechos, entonces se les ha fusilado inexorablemente. Es decir, que nosotros lo hemos hecho siguiendo las indicaciones del bando, y no por el capricho de matar como ellos, que lo hacen con la mayor crueldad, quemando seres vivos, arrojándolos en los pozos que luego dinamitan, sacándoles los ojos, cortándoles los pechos a las mujeres
Lo que se sabe de estos discursos radiofónicos de Queipo de Llano nos ha llegado a través de las crónicas que ofrecía al día siguiente la prensa escrita o de las notas que tomaban los oyentes. El cotejo de ambas fuentes, en los casos en que resulta posible, sugiere que los textos que ofrecía la prensa eran un pálido reflejo del discurso original. Los editores de los periódicos no se atrevían a reproducir las escandalosas incitaciones a la violación y el asesinato, y lo cierto es que empezaba a cundir la preocupación, entre los rebeldes, por el hecho de que los excesos de Queipo pudieran dañar la imagen de la causa en el extranjero. En consecuencia, esta autocensura instintiva de la prensa escrita se reforzó el 7 de septiembre cuando el comandante José Cuesta Monereo redactó una serie de instrucciones detalladas en las que aludía a la sensibilidad internacional. La mayoría de sus catorce puntos eran rutinarios y tenían por objeto evitar la publicación de información militar delicada. Sin embargo, entre ellos se ordenaba expresamente la purga de la versión impresa de las emisiones radiofónicas: “En las charlas radiadas del General, suprimir todo concepto, frase o dicterio que, aun cuando ciertos, debido sin duda a la vehemencia y exaltada manifestación patriótica, no son apropiadas ni convenientes para su publicación, por razones bien conocidas de la discreción e inteligencia de nuestros periodistas que tantas pruebas vienen dando de ello al aplicar su criterio con una prudencia y tacto dignos de encomio”. En esta misma línea se prohibió ofrecer detalles de los asesinatos cometidos en los pueblos, al dar parte de la represión, y se obligó a los periodistas a emplear los siguientes eufemismos “En las medidas represivas se procurará no revestirlas de frases o términos aterradores, expresando solamente “se cumplió la justicia”, “le llevaron al castigo merecido”, “ seciumplió la ley”.

Paul PRESTON “El holocausto español”