jueves, 5 de abril de 2012

NACIONALCATOLICISMO


La Iglesia era el alma del Nuevo estado, resucitada después de la muerte a la que le había sometido el anticlericalismo. La Iglesia y la religión católica lo inundaron todo: la enseñanza, las costumbres, la Administración y los centros de poder. Como ha observado Guiliana di Febo se impusieron de nuevo “modelos devocionales barrocos basados en la fascinación de los fieles a través de lo externo, de la emotividad y de lo grandioso, unido a esta militarización de lo religioso que en algunos cultos tiene remotos orígenes”. Los ritos y las manifestaciones litúrgicas, las procesiones y las misas de campaña llenaron las calles de pueblos y ciudades, conviviendo con el saludo romano, llamado ”nacional” en vez de fascista, el canto del Cara al Sol y el culto al Jefe, cuyo rostro se recordaba en las monedas con la leyenda “Caudillo de España por la Gracia de Dios”.
Dentro de la recatolización imperante del momento, los obispos atacaban el “desenfreno deshonesto” y recomendaban a las mujeres una “explosión de lo español en el vestir”. El “feminismo cristiano” de Isabel la Católica y Santa Teresa debía desplazar para siempre al “feminismo laico” de la coeducación, del divorcio y de la participación de la mujer en la política. Las mujeres fueron relegadas a las “labores de su sexo”, privadas de cualquier autonomía jurídica, económica y cultural y condenadas a la obediencia y al sacrificio. La preocupación que la censura religiosa y los dirigentes de Acción Católica mostraron por la moralidad pública, la decencia y la castidad fue obsesiva y contrastaba con el trato que se daba a las rojas y vencidas, con el rapado y el aceite de ricino. (…)
La Iglesia estaba feliz con esa “apoteosis católica” con esa “inflación religiosa” que obligaba a los vencidos, ateos e infieles a pasar por el aro de los sacramentos, de las celebraciones llenas de pompa y boato. La religión y la victoria caminaron durante mucho tiempo de la mano, con el Ejército, con las élites sociales, los católicos, los “camisas viejas” y los advenedizos disfrutando del botín.

Julián CASANOVA y Carlos GIL ANDRÉS, Carlos “Historia de España en el siglo XX”

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