Alegoría de la I República
Las Cortes proclamaron la República el 11 de febrero de 1873. La opción monárquica había quedado agotada tras la dimisión de Amadeo de Saboya: ni los alfonsinos, ni muchos menos los carlistas tenían aún apoyo suficiente para imponer la restauración borbónica. Este régimen tenía escaso apoyo social y una gran cantidad de detractores entre la alta burguesía, terratenientes, altos mandos del ejército y jerarquía eclesiástica. Tan sólo contaba con el apoyo de las clases medias urbanas.
La falta de políticos convencidos del republicanismo y la desconfianza que la nueva forma de gobierno suscitaba entre los sectores populares (obreros y campesinos) fueron los principales problemas con los que tropezó la joven república. Las clases populares no obtuvieron una respuesta clara a las demandas de supresión de los impuestos y el injusto sistema de reclutamiento “las quintas”.
Los graves problemas que tuvo que afrontar fueron una nueva insurrección carlista en el País Vasco y Navarra, y los estallidos extremistas de republicanos federales que proclamaban como cantones pequeñas regiones. El símbolo de este movimiento fue el cantón de Cartagena que con su sublevación contra el gobierno republicano provocó un enorme problema político. Además se había iniciado la guerra de Cuba (1868) y las conspiraciones militares a favor de Alfonso, hijo de Isabel II.
En enero de 1874 el general Pavía encabezó un golpe militar siendo disueltas las cortes republicanas y estableciéndose un gobierno presidido por el general Serrano (República Presidencialista). Este régimen apenas duró un año ya que el general Martínez Campos en diciembre proclamaba rey de España a Alfonso XII, reestableciendo así a los Borbones e iniciando el periodo conocido como Restauración.
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