lunes, 21 de noviembre de 2011

CARLOS V

Retrato ecuestre de Carlos V
Tiziano.  Museo del Prado

No era el Emperador muy alto, pero sí bien proporcionado, la frente espaciosa, la mirada penetrante, la nariz aguileña muy pronunciada, y un tan acusado prognatismo, que el embajador de Venecia Gaspato Contarini dejó escrito que ninguna parte de su cuerpo es criticable, sino la mandíbula, que parece postiza y le obliga a llevar siempre la boca abierta.  Cuentan otros autores a este repecto del desmesurado prognatismo de Don Carlos que la desproporción del maxilar inferior le había costado al Rey-Emperador algún sonrojo, tal como cuando un rústico infanzón, vecino de Calatayud, se le acercó en la primera visita que Carlos I hizo a aquella población, recomendándole con su franqueza típicamente aragonesa: "Mi Señor, cerrad la boca, que las moscas de este reino son traviesas...". Tal vez por sugerencia de la Emperatriz decidió  Don Carlos a partir de la boda dejarse crecer una barba ancha y corta con lo que el prognatismo quedó bastante disimulado

Fernando González-Doria "Las reinas de España"

No hay comentarios:

Publicar un comentario