miércoles, 7 de noviembre de 2012

EL ATLÁNTICO Y EL DESCUBRIMIENTO DE AMÉRICA


Regreso de Colón y encuentro con los Reyes Católicos en Barcelona

Los avances turcos en el Mediterráneo oriental y en particular la conquista en 1453 de Constantinopla, supusieron un bloqueo a la tradicional ruta que ponía en comunicación a los cristianos de Europa con Asia oriental, es decir, la ruta de la seda y de las especias. De ahí la obsesión por buscar un nuevo camino para llegar a las Indias. Los portugueses se lanzaron a la tarea de circunnavegar el continente africano. En 1488 Bartolomé Dias doblaba el cabo de Buena Esperanza y diez años más tarde Vasco de Gama, siguiendo ese camino llegaba a Calicut en India. El marino genovés Cristóbal Colón partiendo de la idea de la esfericidad de la tierra, se proponía alcanzar las Indias por el oeste, cruzando el Atlántico. En un primer momento ofreció su proyecto a los portugueses pero tras serle rechazado, Colón entró en contacto con los Reyes Católicos con los que en abril de 1492 firmó las Capitulaciones de Santa Fe. En octubre de ese mismo año las naves de Colón llegaban a una isla de las Bahamas a la que bautizaron con el nombre de San Salvador. Luego seguirían nuevos viajes que permitieron intensificar el conocimiento de aquellas tierras y de sus gentes, De todos modo es indudable que  el suceso de octubre de 1492 aunque sus protagonistas lo ignoraran abría unas perspectivas totalmente insólitas, pues significaba nada más y nada menos el establecimiento de un puente entre Europa y el Nuevo Mundo, el continente que unos años más tarde sería denominado América.

Ahora bien la pugna entre Castilla y Portugal estaba servida. Felizmente el Tratado de Tordesillas, firmado en 1494, resolvió el litigio entre las dos potencias de la península Ibérica, al fijase en un meridiano situado a 370 leguas al oeste de las islas de Cabo Verde la línea de separación entre los dominios de una y de otra. EL tratado de Tordesillas suponía el fin de la encarnizada rivalidad entre Castilla y Portugal por la soberanía y el dominio del océano Atlántico, de las islas diseminadas en perímetro y de las tierras continentales. En definitiva, en Tordesillas se había llevado a cabo, con el consentimiento pontificio algo así como un reparto del mundo entre los castellanos y los portugueses, Pero al mismo cabe señalar  que dicho tratado en contraste con la visión del globo en compartimentos estancos, típica de los tiempos medievales, reflejaba una concepción unitaria del  mundo por lo que constituía, en cierto modo, una ventana abierta a la modernidad. 


Julio Valdeón “El final del siglo XV en tierras hispánicas”  

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