Regreso de Colón y encuentro con los Reyes Católicos en Barcelona
Los
avances turcos en el Mediterráneo oriental y en particular la conquista en 1453
de Constantinopla, supusieron un bloqueo a la tradicional ruta que ponía en
comunicación a los cristianos de Europa con Asia oriental, es decir, la ruta de
la seda y de las especias. De ahí la obsesión por buscar un nuevo camino para
llegar a las Indias. Los portugueses se lanzaron a la tarea de circunnavegar el
continente africano. En 1488 Bartolomé Dias doblaba el cabo de Buena Esperanza
y diez años más tarde Vasco de Gama, siguiendo ese camino llegaba a Calicut en
India. El marino genovés Cristóbal Colón partiendo de la idea de la esfericidad
de la tierra, se proponía alcanzar las Indias por el oeste, cruzando el
Atlántico. En un primer momento ofreció su proyecto a los portugueses pero tras
serle rechazado, Colón entró en contacto con los Reyes Católicos con los que en
abril de 1492 firmó las Capitulaciones de Santa Fe. En octubre de ese mismo año
las naves de Colón llegaban a una isla de las Bahamas a la que bautizaron con
el nombre de San Salvador. Luego seguirían nuevos viajes que permitieron
intensificar el conocimiento de aquellas tierras y de sus gentes, De todos modo
es indudable que el suceso de octubre de
1492 aunque sus protagonistas lo ignoraran abría unas perspectivas totalmente
insólitas, pues significaba nada más y nada menos el establecimiento de un
puente entre Europa y el Nuevo Mundo, el continente que unos años más tarde
sería denominado América.
Ahora
bien la pugna entre Castilla y Portugal estaba servida. Felizmente el Tratado
de Tordesillas, firmado en 1494, resolvió el litigio entre las dos potencias de
la península Ibérica, al fijase en un meridiano situado a 370 leguas al oeste
de las islas de Cabo Verde la línea de separación entre los dominios de una y
de otra. EL tratado de Tordesillas suponía el fin de la encarnizada rivalidad
entre Castilla y Portugal por la soberanía y el dominio del océano Atlántico,
de las islas diseminadas en perímetro y de las tierras continentales. En
definitiva, en Tordesillas se había llevado a cabo, con el consentimiento
pontificio algo así como un reparto del mundo entre los castellanos y los portugueses,
Pero al mismo cabe señalar que dicho
tratado en contraste con la visión del globo en compartimentos estancos, típica
de los tiempos medievales, reflejaba una concepción unitaria del mundo por lo que constituía, en cierto modo,
una ventana abierta a la modernidad.
Julio Valdeón “El final del siglo XV en tierras hispánicas”
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