sábado, 17 de diciembre de 2011

CARLOS III.

Carlos III
Goya. Museo del Prado

Carlos III continuó la política de absolutismo y centralización comenzada por los primeros Borbones (…).
Los secretarios de Estado, a los que habitualmente se les llamaba ya ministros, fueron las figuras clave del gobierno bajo Carlos III. Este heredó cinco ministerios: Estado, Guerra, Hacienda, Justicia, y Marina e Indias. La concentración del poder en manos de un pequeño número de hombres y el contacto permanente con el rey, o con Floridablanca,  dio a la política un impulso y una dirección que fue una de las características del gobierno borbónico. Estos ministros que dejaban a lo consejos los detalles administrativos y judiciales podían preparar e impulsar la política, ampliar el poder central a todo lo largo y ancho de España e imponer reformas en la recaudación de ingresos, en la defensa nacional, el gobierno local y otros aspectos(…).
La concentración de poder fue acompañada de una mayor coordinación. Desde los primeros años del reinado, los ministros habían buscado puntos de contacto y discusión con sus colegas, utilizando de forma más frecuente y sistemática la junta, donde los ministros se podían reunir en comisiones y discutir cuestiones políticas(…) Al servicio de los ministros había funcionarios profesionales que trabajaban en los ministerios y departamentos y que tenían una afinidad especial con sus jefes políticos, llegando incluso a comer en la misma mesa. Se trataba de las covachuelas, los equipos ministeriales que instruían, frenaban y protegían a sus jefes y mantenían en movimientos los engranajes del gobierno. Eran subsecretarios más que meros oficinistas, aunque hubieran ascendido los escalones de una carrera reconocida, consiguiendo su promoción gracias al talento y a las influencias (…).
Los ministros tenían sus agentes en las provincias, los más importantes de los cuales eran los intendentes, cuya introducción en el 1718 y su reinstauración en 1749 transformó el gobierno español. Los intendentes eran responsables de la administración general y del progreso económico de sus provincias, así como del reclutamiento obligatorio y de los abastecimientos militares y bajo Carlos III sus informes proveían la información local sobre la que el gobierno esperaba basar su política. El cargo de intendente era considerado como un escalón superior en la escala burocrática, pero desde el cual una persona ambiciosa deseaba ascender para alcanzar más altas metas…Carlos III dio un nuevo impulso a los intendentes: aumentaron la correspondencia y los informes y se multiplicaron las instrucciones. En ellas se les instaba a imponer una recaudación más estricta de los ingresos reales, a promover las obras públicas y a fomentar la agricultura y la industria.

LYNCH, Jonh  LA ESPAÑA DEL SIGLO XVIII”

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