Conde duque de Olivares
Velázquez. Museo del Prado
Olivares combinaba el imperialismo quijotesco que pertenecía a la época dorada de Carlos V y Felipe II, y la actitud práctica de los arbitristas. Su intención era llevar a cabo una serie de reformas, sobre todo la reforma de las finanzas que no podía esperar más. La situación financiera con que se enfrentaba Olivares se resumía esencialmente en dos problemas distintos pero íntimamente relacionados. La Monarquía se había encontrado en apuros durante el reinado de Felipe III, ante todo debido al agotamiento de Castilla, que cargaba con el peso principal de las finanzas de la Corona. El agotamiento de Castilla, a su vez, se atribuía a la gran carga tributaria que sobre este reino recaía y pesaba con enorme dureza sobre sus ciudadanos más productivos. Así pues la finalidad de la política financiera de Olivares debía residir en primer término en una redistribución más equitativa de la carga tributaria soportada por Castilla, y en segundo lugar, en obligar a las demás provincias de la Monarquía a acudir en ayuda de Castilla, de modo que ésta pudiese verse aligerada del desproporcionado peso que acarreaba.
Creyó Olivares que el proceso podía comenzar con el establecimiento de alguna fórmula de cooperación militar entre las diferentes provincias: la UNIÓN DE ARMAS, que tenía que llevarse a acabo mediante las creación de una reserva común de 140.000 hombres, aportados y mantenidos por todos los Estados de la Monarquía , según una proporción fija.
J. Elliot "La España Imperial"
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