viernes, 15 de abril de 2011

CONFLICTOS INTERNOS EN EL SIGLO XVII

Auto de fe de 1680
F. Rizzi Museo del Prado

A la tendencia centralizadora marcada por Castilla de homogeneizar los territorios hispánicos, se le opone otra descentralizadora que pretende el respeto de leyes e instituciones de cada reino. Esta situación aumenta con la crisis económica y social del siglo XVII. Felipe III, en 1609, expulsa a los moriscos. El Conde-Duque de Olivares, valido de Felipe IV, proyectó la “Unión de Armas”, para que todos los reinos colaboraran igual que Castilla en el esfuerzo bélico (Guerra de los Treinta Años). Esto desencadena la crisis de 1640: las Cortes Catalanas negaron reiteradas veces su colaboración, y el contacto entre las tropas castellanas y el campesinado catalán acabó estallando con el Levantamiento del Corpus de Sangre, en donde, tras la muerte del Virrey, se inicia una guerra en Cataluña, entre los rebeldes apoyados por la Generalitat y Francia, y las tropas de Felipe IV, que acaban controlando la rebelión en  1652. Hubo otros levantamientos en Andalucía, Aragón, Nápoles y Portugal, que será la única que consiga su independencia en 1668. A pesar de las rebeliones, Felipe IV mantuvo los fueros de los diversos reinos.

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