Los dos caudillos
Casado del Alisal 1866. Senado
Los Reyes Católicos, tras la conquista de Granada, consolidaron su prestigio, convirtiéndose en una gran potencia. En Italia, llevaron a cabo una política heredera: enfrentamiento con Francia por el predominio en la península italiana. Cerdeña y Sicilia estaban integradas en la Corona de Aragón, y en Nápoles reinaba una rama de Alfonso V el Magnánimo. Fruto de una solución pactada entre Fernando el Católico y el monarca francés Carlos VIII, Aragón recuperaba el Rosellón y la Cerdaña por el Tratado de Barcelona, 1493. Sin embargo, Carlos VIII conquistó Nápoles, lo que supuso una ruptura.
España reaccionó inmediatamente, enviando tropas comandadas por el Gonzalo Fernández de Córdoba, el Gran Capitán, que llevo a cabo varias campañas y una nueva estrategia de combate al combinar infantería, caballería y artillería. Supo mover hábilmente a sus tropas y llevar al enemigo al terreno que había elegido como más favorable. Revolucionó la técnica militar mediante la reorganización de la infantería en coronelías (embrión de los futuros tercios).
Terminada la guerra, Fernández de Córdoba gobernó como virrey en Nápoles durante cuatro años, con toda la autoridad de un soberano. Los Reyes Católicos incorporaron a la monarquía el reino de Nápoles en 1505.
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