Azaña tenía claro el diagnóstico de las enfermedades del Ejército español desde hacía tiempo y lo que se disponía abordar ahora era el tratamiento. Por primera vez en el siglo XX, aquel gobierno se propuso una reforma modernizadora y democrática de la institución que aspiraba, en primer término, a reducir una macrocefalia inaudita de 566 generales y cerca de 22.000 oficiales para una milicia de poco más de cien mil hombres. Ante aquella situación, la posibilidad del pase a la reserva, con el sueldo íntegro, de todos los jefes y oficiales que lo solicitasen, logró que la mitad de los potenciales beneficiarios se acogiese a esta medida. Fue una de las resoluciones más radicales y espectaculares del primer gobierno republicano y, en opinión de Azaña, la única forma rápida y eficaz de adelgazar el Ejército. De otro lado, el ministerio se centró también en la lucha ideológica y cerró la ultraconservadora Academia General de Zaragoza, dirigida por el general Franco y transformó las enseñanzas militares. Por último, la política del ministerio apuntó a conseguir una mayor racionalidad organizativa y territorial que incluía medidas como la reducción de las divisiones del Ejército (que pasaron de
Miguel Ángel VILLENA “Ciudadano Azaña”
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