
La España republicana veía que, además del golpe militar, se resquebrajaba el aparato estatal. Carecía de gran parte del Ejército para defenderse ante los rebeldes y al mismo tiempo mantenerse firme frente a la revolución proletaria. Se derrumbó todo el poder en provincias y municipios y fue sustituido por un poder popular. Por todas las regiones españolas surgían “Juntas”, “Milicias” y “Comités” que ejercían el poder y controlaban la vida ciudadana en todos sus aspectos. Otro factor que aceleró el proceso de descomposición fue la coexistencia paralela de un poder central y varios poderes locales.
El Estado se despedazaba en fragmentos y el gobierno presidía su disolución bajo el impacto de la guerra y la revolución. No obstante, los hombres de la II República intentaron reconstruirlo y lucharon para vencer a los rebeldes y para rehacer la unidad patria en el marco de una República democrática, pero lucharon también para vencer y marginar la revolución social y política.
Descentralización y colectivismo son las dos notas que resumen la situación de la zona republicana en las primeras semanas del conflicto bélico. El pueblo había formado sus “milicias” y con arrojo, pero sin dirección militar, se lanza al frente. Había constituido sus “patrullas “ y sus “tribunales”…Pero el iniciarse el mes de agosto de 1936 todo tendía a normalizarse. El gobierno de Giral intentó canalizar y legalizar todo esto a través de una serie de decretos que se encaminaban a restablecer la normalidad en la vida económica… pero se vio desbordado e impotente para imponer su autoridad y hacer respetar la legalidad republicana y finalmente tuvo que dimitir.
Largo Caballero, presidente del gobierno desde septiembre de 1936 a mayo de 1937 se dedicó a reconstruir la autoridad del Estado apoyándose en los liberales republicanos e integrando en el gobierno a todas las fuerzas políticas y sindicales: socialistas, comunistas y anarquistas. Pero fracasó.
La consigna “primero la guerra, después hacer la revolución” suponía toda una práctica política llevada conjuntamente por el Partido Comunista, la fracción moderada del Partido Socialista y los republicanos que giró en torno a tres ejes: 1) en el plano militar, la defensa de Madrid por encima de cualquier otra operación de guerra; 2) en el plano económico social, contener la revolución, poniendo freno a la política de colectivizaciones en defensa de la pequeña propiedad y en pro de una industria nacional de guerra ; 3) en el plano político, creación de un gobierno centralizado.
Frente a esta política, habían continuado las transformaciones económicas y sociales bajo la dirección de la CNT y con el apoyo del POUM, sobre todo en Cataluña. Eran dos líneas políticas, dos concepciones del Estado y de la guerra antagónicas que se enfrentaron en las calles de Barcelona en los primeros días de mayo de 1937.
Los sucesos de mayo fueron una verdadera guerra civil entre partidos obreros y sindicales que reveló la crisis ideológica y política del movimiento obrero. A ella se llegó también en un momento de depresión y caos económico. La producción industrial respecto a enero de 1936 se había reducido notablemente, se había acelerado también el incremento de los precios y acentuado el encarecimiento de las subsistencias. Largo Caballero tuvo que abandonar el gobierno, y el Partido Comunista triunfaba…
El gobierno que se formó en mayo de 1937, presidido por el doctor Negrín, supuso plenamente la reconquista del poder por el Frente Popular e iba a ser fiel a la consigna del Partido Comunista “primero la guerra, después la revolución”. Formaron parte del él todos los partidos incluidos vascos y catalanes. El nuevo gobierno se proponía ganar la guerra y asegurar el triunfo” de la democracia y de la libertad”.
Carmen GARCÍA NIETO, y Javier DONÉZAR, “La guerra de España 1936-1939”
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