lunes, 19 de marzo de 2012

OBJETIVO REPUBLICANO: RESTABLECER LA DEMOCRACIA

Milicianos en la zona republicana al inicio de la guerra.
La España republicana veía que, además del golpe militar, se resquebrajaba el aparato estatal. Carecía de gran parte del Ejército para defenderse ante los rebeldes y al mismo tiempo mantenerse firme frente a la revolución proletaria. Se derrumbó todo el poder en provincias y municipios y fue sustituido por un poder popular. Por todas las regiones españolas surgían “Juntas”, “Milicias” y “Comités” que ejercían el poder y controlaban la vida ciudadana en todos sus aspectos. Otro factor que aceleró el proceso de descomposición fue la coexistencia paralela de un poder central y varios poderes locales.
El Estado se despedazaba en fragmentos y el gobierno presidía su disolución bajo el impacto de la guerra y la revolución. No obstante, los hombres de la II República intentaron reconstruirlo y lucharon para vencer a los rebeldes y para rehacer la unidad patria en el marco de una República democrática, pero lucharon también para vencer y marginar la revolución social y política.
Descentralización y colectivismo son las dos notas que resumen la situación de la zona republicana en las primeras semanas del conflicto bélico. El pueblo había formado sus “milicias” y con arrojo, pero sin dirección militar, se lanza al frente. Había constituido sus “patrullas “ y sus “tribunales”…Pero el iniciarse el mes de agosto de 1936 todo tendía a normalizarse. El gobierno de Giral intentó canalizar y legalizar todo esto a través de una serie de decretos que se encaminaban a restablecer la normalidad en la vida económica… pero se vio desbordado e impotente para imponer su autoridad y hacer respetar la legalidad republicana y finalmente tuvo que dimitir.
Largo Caballero, presidente del gobierno desde septiembre de 1936 a mayo de 1937 se dedicó a reconstruir la autoridad del Estado apoyándose en los liberales republicanos e integrando en el gobierno a todas las fuerzas políticas y sindicales: socialistas, comunistas y anarquistas. Pero fracasó.
La consigna “primero la guerra, después hacer la revolución” suponía toda una práctica política llevada conjuntamente por el Partido Comunista, la fracción moderada del Partido Socialista y los republicanos que giró en torno a tres ejes: 1) en el plano militar, la defensa de Madrid por encima de cualquier otra operación de guerra; 2) en el plano económico social, contener la revolución, poniendo freno a la política de colectivizaciones en defensa de la pequeña propiedad y en pro de una industria nacional de guerra ; 3) en el plano político, creación de un gobierno centralizado.
Frente a esta política, habían continuado las transformaciones económicas y sociales bajo la dirección de la CNT y con el apoyo del POUM, sobre todo en Cataluña. Eran dos líneas políticas, dos concepciones del Estado y de la guerra antagónicas que se enfrentaron en las calles de Barcelona en los primeros días de mayo de 1937.
Los sucesos de mayo fueron una verdadera guerra civil entre partidos obreros y sindicales que reveló la crisis ideológica y política del movimiento obrero. A ella se llegó también en un momento de depresión y caos económico. La producción industrial respecto a enero de 1936 se había reducido notablemente, se había acelerado también el incremento de los precios y acentuado el encarecimiento de las subsistencias. Largo Caballero tuvo que abandonar el gobierno, y el Partido Comunista triunfaba…
El gobierno que se formó en mayo de 1937, presidido por el doctor Negrín, supuso plenamente la reconquista del poder por el Frente Popular e iba a ser fiel a la consigna del Partido Comunista “primero la guerra, después la revolución”. Formaron parte del él todos los partidos incluidos vascos y catalanes. El nuevo gobierno se proponía ganar la guerra y asegurar el triunfo” de la democracia y de la libertad”.
Carmen GARCÍA NIETO, y Javier DONÉZAR, “La guerra de España 1936-1939”

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